jueves, 10 de junio de 2010

Un día en la vida del señor X

Aquel día el señor X se levantó a la misma hora de siempre y se desayunó tostadas con mermelada acompañadas de un café americano. Media hora después, tras ducharse y afeitarse salió a sacar a su viejo Shar Pei que llevaba un collar rojo con su nombre en la placa: “Buster”. En el último paso de cebra antes de terminar la vuelta a la manzana una furgoneta atropelló al señor X matándolo al instante. “Buster” sobrevivió sin un rasguño.


Mientras bajaba al infierno, el señor X (que nunca había dudado de que acabaría en el infierno) intentó recordar de quién era la furgoneta que le había arrollado. Le era terriblemente familiar. Ya esperando en la cola (según le habían dicho la espera suele durar unas dos horas aunque, la verdad, en ese momento tenía toda la eternidad disponible) el señor X cayó en la cuenta de que lo había atropellado aquel señor que le hizo la reforma el mes anterior, un tal Rodríguez o Fernández. Mientras se secaba el sudor de la frente con la manga, que curiosamente aún estaba llena de sangre, se preguntó si haría el mismo calor en todo el infierno. Lo único que él tenía claro era que no volvería a contratar al inútil Rodríguez o Fernández para arreglarle los desperfectos de la casa. Además, el trabajo que había hecho era una auténtica chapuza…



LMM