domingo, 21 de febrero de 2010

La máscara se rompe


La prueba de que Dios existe está en las personas. En su egoísmo, su desidia, su ignorancia, su idiosincrasia, su odio. Si Dios es amor, se alimenta de odio. Creo que las risas forzadas le hacen daño, por eso nos duele a nosotros. Dios no comete errores...

domingo, 14 de febrero de 2010

Once, there was a grey city...


Está anocheciendo pero me da igual, necesito respirar. Desde el primer momento sé donde me llevarán mis pasos, es inevitable. Las calles de esta ciudad son tremendamente grises. Cuando llego al parque ella ya está allí, sentada en uno de los bancos. No he pisado este lugar en años. Está fumando, su mirada perdida en las nubes de tormenta. Viste el mismo abrigo azul marino que llevaba siempre. Su rostro ha cambiado mucho, ha envejecido. Supongo que yo también pero no me atrevo a mirarme al espejo. No repara en mí hasta que me siento a su lado, sus ojos se vuelven más oscuros.
- Eres un hijo de puta.
No sé responder. Alrededor se escuchan los sonidos agonizantes de la ciudad. A ella le tiemblan las manos, es un día frío.
- No sabía que fumabas.
Mi voz suena ronca. Poco a poco vuelvo a sentir el cansancio. Necesito más café. Ella no parece haberme escuchado, sigue inmóvil dejando que el cigarrillo se consuma en su mano izquierda. Ahora mismo soy incapaz de mirarla a la cara.
- ¿Cómo está mamá?- pregunto en un susurro.
Se lleva el cigarrillo a los labios.
- Eres un hijo de puta.
Intenta entonces disimular sus sollozos. No estoy seguro de cuánto tiempo pasamos así, yo en silencio y ella llorando.
- ¿Por qué no dijiste nada? Tú lo sabías. Sabías perfectamente lo que estaba haciendo papá y no hiciste nada por evitarlo.
Siento su mirada acusadora taladrándome el cráneo. Mis ojos siguen fijos en el suelo.
- Mamá me hizo jurar que no diría nada. Tenía sólo trece años, joder, tenía miedo.
- ¿Por eso saliste huyendo en cuanto pudiste? ¡Cobarde!
Está levantando la voz. Cada palabra parece quebrarse en algún punto de su garganta. Y con cada sílaba el pasado nos envuelve en un manto de recuerdos. ¿Fue ayer cuando escapé de casa? No estoy seguro.
- No aguanté la presión. Y luego, cuando murió papá, fui incapaz de volver.
- ¿Y por qué has vuelto ahora?
Tardo en responder.
- No lo sé
Ha empezado a llover. A ninguno de los dos nos importa.
- Yo la encontré, ¿sabes? Muriéndose, desangrándose en la bañera. ¿te acuerdas de lo guapa que era? Ahora no es más que un saco de mierda. Una vieja débil y gorda que se quiere morir. ¿Cómo puedes volver sabiendo que parte de esto ha ocurrido por tu culpa?
Me odia. Cierro los ojos mientras siento como me hundo en un océano de aguas oscuras. Si pudiera volver al pasado… Me odio. Lágrimas acompañan a las gotas de lluvia que surcan mi rostro.


Abro los ojos. Ella ya no está. Me levanto y camino sin rumbo entre los charcos mientras las heridas de mi alma tratan en vano de cicatrizarse. Ya he olvidado su voz, pero sus palabras siempre permanecerán grabadas en mi memoria. Volvemos a ser dos extraños en una gran ciudad gris.
Ya es completamente de noche. Las nubes esconden la luna y las estrellas. Estoy perdido.

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Me despierta la radio del vecino de enfrente. No recuerdo como llegué hasta mi cama, ni cuando me quedé dormido. Sigo con la misma ropa empapada de ayer. Tengo ganas de vomitar. Me siento sobre la cama y me dedico durante unos minutos a escuchar el latido de mi corazón. Finalmente, me decido a alcanzar el teléfono y marco el número que lleva en mi cabeza los últimos días. Responde una señora con acento de Europa del este. Luego silencio. Mientras espero busco tabaco en mi chaqueta. No encuentro nada. Finalmente una voz débil contesta algo incomprensible. Estoy muy mareado, intento en vano controlar mi respiración.
- ¿Mamá?... soy yo.


LMM