jueves, 18 de noviembre de 2010

Music

"On the page it looked nothing. The beginning simple, almost comic. Just a pulse - bassoons and basset horns - like a rusty squeezebox. Then suddenly - high above it - an oboe, a single note, hanging there unwavering, till a clarinet took over and sweetened it into a phrase of such delight! This was no composition by a performing monkey! This was a music I'd never heard. Filled with such longing, such unfulfillable longing, it had me trembling. It seemed I was hearing the very voice of God."

AMADEUS, 1984


LMM

viernes, 3 de septiembre de 2010

Back to life


Hace mucho tiempo que no escribo. Honestamente, lo necesito. En mi imaginación estoy sentado, planeando grandiosos proyectos que devuelven al pedestal en el que merezco estar y, mientras disfruto de una botella de Blue Label, re-escribo el discurso terriblemente moralista que desearía poder leer en voz alta todas las mañanas. he llegado a la conclusión de que soy pesimista por una cuestión de optimismo. El altruismo inútil de la sociedad me está matando. La gente actúa, piensa y vota por los demás, o al menos eso creen, y eso te dirán orgullosos de lo misericordiosos que son. Es triste, como también lo es vivir consciente de esa culpa queriendo vivir ajeno a ella. Somos culpables de haber nacido. O eso nos dicen y nos repiten desde nuestro primer día. Me gustaría poder estar orgulloso de ser un cerdo hijo de puta. Sin embargo casi dos décadas de "educación" moral y social me lo impiden. Y tengo que sonreir y recorrer un camino que ni parece el mío.
Hoy ha explotado otra plataforma petrolífera en el Golfo. He leído la noticia por encima y me ha parecido muy aburrida. El mundo sigue tan jodido como ayer y creo que por eso me apetecía escribir. Me duele la cabeza, estoy cansado y quiero intentar madrugar, dicen que a la tercera va la vencida. Las vacaciones han pasado y yo ni siquiera las he sentido. Culpo a DeVotchka y a T.S. Elliot, siempre lo joden todo...

LMM

jueves, 10 de junio de 2010

Un día en la vida del señor X

Aquel día el señor X se levantó a la misma hora de siempre y se desayunó tostadas con mermelada acompañadas de un café americano. Media hora después, tras ducharse y afeitarse salió a sacar a su viejo Shar Pei que llevaba un collar rojo con su nombre en la placa: “Buster”. En el último paso de cebra antes de terminar la vuelta a la manzana una furgoneta atropelló al señor X matándolo al instante. “Buster” sobrevivió sin un rasguño.


Mientras bajaba al infierno, el señor X (que nunca había dudado de que acabaría en el infierno) intentó recordar de quién era la furgoneta que le había arrollado. Le era terriblemente familiar. Ya esperando en la cola (según le habían dicho la espera suele durar unas dos horas aunque, la verdad, en ese momento tenía toda la eternidad disponible) el señor X cayó en la cuenta de que lo había atropellado aquel señor que le hizo la reforma el mes anterior, un tal Rodríguez o Fernández. Mientras se secaba el sudor de la frente con la manga, que curiosamente aún estaba llena de sangre, se preguntó si haría el mismo calor en todo el infierno. Lo único que él tenía claro era que no volvería a contratar al inútil Rodríguez o Fernández para arreglarle los desperfectos de la casa. Además, el trabajo que había hecho era una auténtica chapuza…



LMM

domingo, 16 de mayo de 2010

Eternamente

De que sirve la vida
si tú no me correspondes
si mis alas te pertenecen
y la llave de mi corazón
se perdió en tus tinieblas.

Por qué seguir con vida
si el aliento es frió
mi corazón roto
mi cuerpo helado
mi esperanza negra.

Por qué aún te quiero
por qué llegue a amarte
por qué me odiaste.
Quise matarte,
para hacerte mía eternamente.

Albert Soler

miércoles, 5 de mayo de 2010

Sobre Inurias

Como algunos habrán observado, este blog se ha ido tornando en un lugar de encuentro para la literatura. Simplemente quería anunciar que, en un futuro próximo, abriré otro blog (compartido, como siempre, con otros colaboradores) dedicado únicamente a la opinión de la situación política y social actual. El blog lo llevaremos gente de diversas ideologías, así que habrá de todo un poco (es decir, joderemos a todos los grupos ideológicos que podamos). Más información próximamente...

LMM

Rescatando sueños del baul de los recuerdos

He decidido subir algunas cosas que he encontrado de hace algunos añitos (mi época modernista y, citándome a mí mismo, cursi) Supongo que así conseguiré que no se pierdan en la memoria... Honestamente, echo de menos aquellos años inocentes cuando todavía no era consciente del mundo... ¡qué grande es la ignorancia!

1.

Al borracho que llora en la esquina,
le llamo yo por su lamento.
Muerta la fiera inmóvil, dormida.
Que el ebrio de llantos inciertos,
de botella encuentra vestida
la alegría y sus momentos.
Dadle la luz al ciego tranquilo,
antes que darle el alma al vino

4.

Apelad al gorrión solitario,
cuando la sombra venga del mar,
y cuando te oigan las olas gritar,
caerán los barcos del estuario.

De sus redes quedarán prendidas,
vivas, muertas, sin sangre en el cuerpo,
aquellas sirenas de mi sueño,
y en sus pechos mi suerte perdida.

La lira rota en cuatro pedazos,
sus cuerdas reflejan nuestro sol,
cortados los dedos de ninfa...
De su música quedan retazos.

¡Donde encontré el cantar olvidado,
de las bocas perladas y sabias!
¡Pudriéronse las melenas rubias,
que el pecador había matado!

5.
Se desplaza el sueño,
sobre tres ruedas,
tiembla el suelo a su paso,
dejando el mundo a su izquierda

.............................................................
(a algunos les sonaran estos dos siguientes):
 
En este tren no hay carteles

que te indiquen la estación.
Cuando nos toca, salimos.
Conocemos nuestro turno
pero no sabemos cuando
llegará nuestra parada.
Percibo en la gente temor,
no quieren llegar, no quieren.
No tememos nuestro final,
tememos nuestra ignorancia,
no saber que hay más allá.
Al llegar a una parada
algunos lloran, no todos.
Viejos y no tan viejos
se bajan pensativos y
muy serios, bastante serios.
Los observo con tristeza
sintiendo que mi estación
y el final de mi trayecto,
están aún muy lejanos.

.................................
Duele saber ciertas cosas,

la ignorancia es confortable.
El choque nos aplastó,
y mi destino lisiado
una elección ahora espera.
Esta mañana lo supe,
ayer murió sin avisar,
ya sin sangre ni conciencia.
Sólo ignoro si ignorarlo
mejor que saberlo fuera.
Ayer, murió sin avisar.
Ayer, ella me abandonó.


Por último (os doy la enhorabuena si habéis llegado hasta aquí), quiero terminar con unas frases del peor relato que he escrito en i vida (oficialmente):

Soy un miserable cuyos sueños no son más que vagas sombras que caminan con melancolía. El amor es impresionante, a veces lo adoras y este te hace feliz, otras lo adoras y te maltrata y juega contigo. Yo intenté jugar con él, intenté creer que todo dura para siempre, que nada podía pasar. Ahora yo lo intento odiar, mi alma mutilada desea que odie a mi corazón y al amor por haberme hecho esto. Pero no puedo.Sufro. Dolor y amargura llenan mi corazón consumiendo mis entrañas. Rompo en un llanto imaginario de lágrimas perladas.Una canción empezada que no se pudo terminar. Un sonido que acabo demasiado pronto. Una ilusión pasajera, solitaria. Triste como un ruiseñor sin voz o un águila sin ojos. Amarga como la muerte. Fría como un glaciar. Pero hermosa como una débil rosa en primavera.

Porque mi historia es como cualquier otra historia de amor, pero sin un final feliz.

Cómo podrá comprobar el lector, viví mi época EMO con 11 o 12 años.

LMM

sábado, 24 de abril de 2010

El rumbo de Andrea Lonescu

Andrea Lonescu nunca conoció bien a su padre. Conservaba aún en la memoria aquellas cenas y fiestas “familiares” a las que acudían numerosos desconocidos. Su padre, siempre con un puro en la boca, contaba a un grupo de invitados cómo había conseguido grabar aquella canción con María Guleghina o lo fácil que había sido escapar de Rumanía en comparación con la dificultad de montar un negocio en España. Andrea recordaba también el día que su padre apareció muerto de un tiro en la nuca en una cuneta de la N-1. Fue un día antes de la muerte de Ceauşescu. Andrea escribió un libro sobre su padre mucho tiempo después, el cual intentó publicar sin éxito.
Varios años antes de aquel fracaso literario, un mes después de que Andrea abandonara la Universidad de Southampton tras un periodo inútil compartiendo aula con un grupo de “solemnes imbéciles con corbatas azules y cabezas vacías”, decidió instalarse en Madrid, donde alquiló un apartamento sucio y de paredes grises.


Dos días después del incidente en la fábrica de neumáticos que se veía desde su piso ella se encontraba, como era rutinario en las mañanas calurosas de principios de Mayo, tomándose un café con hielo mientras anotaba nerviosamente en una libreta. A las 11 en punto dejó de escribir y tachó con violencia las últimas líneas. Guardó con cuidado la libreta en el bolso y salió tras dejar una pequeña propina. Tardo exactamente dos minutos en llegar a su portal y, como era martes, no se cruzó con la señora del pañuelo azul y su perro cojo de la pata derecha. Ella vivía en el tercer piso, frente a la mancha oscura en el suelo del pasillo. Justo cuando entraba en el portal observó a un muchacho fumando en el hueco de la escalera. Tardó unos segundos en darse cuenta de que era el chaval que vivía en el cuarto piso con su madre. Apenas aparentaba 16 años.

- ¿Te importaría salir fuera a fumar para no dejarnos las escaleras apestando a tabaco?

Andrea empleó un tono más agresivo de lo que pretendía pero el joven simplemente levantó la mirada y se encogió de hombros.

- Joder, tu padre no te ha enseñado modales.

El chico apagó el cigarrillo en la barandilla de la escalera.

- Mi padre está muerto.

Ella respondió con un resoplido.

- El mío también, no excusa la estupidez humana.

- A mi padre lo mataron de un tiro en la guerra, imbécil.

Andrea sonrió ante la ironía pero no respondió.

- Eres la escritora que vive en el tercero, ¿no?

- ¿Escritora? ¿De dónde te has sacado eso?- soltó una carcajada excesivamente aguda.

- Te he visto en el bar, siempre estás apuntando cosas en un cuaderno.

- Buena observación, mala deducción. ¿Me das un cigarrillo?

- ¿Tú no odiabas el tabaco?

Esta vez fue Andrea la que se encogió de hombros.

- Nunca dije exactamente eso…

El chico acabó accediendo aunque no dejó de mirarla con extrañeza.

- Gracias, David

- ¿Cómo coño sabes…?

- Tenéis que bajar el volumen cuando discutís, tú y tu madre.

El chico dijo algo pero Andrea no lo escuchó pues ya había comenzado a subir las escaleras. El adolescente hizo un ademán de seguirla pero se quedó donde estaba, mirando a un punto en el suelo. Mientras subía se guardó el cigarrillo en la chaqueta.

Cuando entró en el apartamento el teléfono estaba sonando. Andrea esperó unos segundos antes de cogerlo. Reconoció inmediatamente la voz de su hermano así que conectó el altavoz y se sirvió una copa de Johnny Walker. Su hermano llamaba de vez en cuando, pero nunca se veían. Para Andrea su hermano consistía únicamente en aquella voz ronca al otro lado del teléfono. Aquella voz que siempre empezaba preguntando por su salud o por su situación económica, dando vueltas en círculos sin atreverse a decir lo que de verdad pensaba.

Cuando Andrea estaba terminando su segunda copa ya respondía a gritos.

- ¡Deja de decirme qué coño tengo que hacer con mi vida! ¡Concentra tus malditos esfuerzos en no hundir la empresa de papá! Por el amor de Dios, sé lo que hago con mi vida.

- ¿En serio? ¿Acaso trabajas, o estudias, o haces cualquier cosa provechosa?

- Vete a la mierda.

- Mírate, por Dios, das lástima. Lo quieras o no VIVES del dinero de papá y yo sólo digo que…

Andrea colgó el teléfono antes de que acabara la frase. Su hermano esperaría al menos una semana antes de llamar otra vez. Se asomó a la ventana para tomar un poco el aire. Aquella noche tampoco pudo dormir.



Andrea se levantó más tarde que de costumbre. Se preparó un café y, mientras esperaba, se puso a ojear con repugnancia lo que había anotado en su libreta. Alguien llamó a la puerta. Se levantó pesadamente y apenas mostró sorpresa cuando se encontró cara a cara con David.

- ¿Qué diantres quieres?

El muchacho se sonrojó y entonces Andrea se dio cuenta de que sólo llevaba una vieja camisa sobre la ropa interior. Le daba igual. Titubeando David respondió:

- Mi madre me ha pedido que te pregunte si te queda azúcar.

Andrea ignoró la indisimulada falsedad de la excusa.

- ¿Y no puede bajar a comprar?

- Las tiendas están cerradas hoy, es festivo.

Andrea le hizo pasar y abrió el armario de la cocina mientras mascullaba improperios.

- Te oí gritar ayer, ¿con quién hablabas?

Ella dejó de buscar, pero no se volvió hacia él.

- No te importa. Yo no pregunto por qué discutís tú y tu madre.

Él agachó la cabeza y susurró una disculpa. Andrea ignoró la disculpa y se sentó en una de las sillas de la cocina tras servirse una taza de café. Sobre la mesa estaba la libreta abierta por una página en blanco. Ninguno de los dos hablaba. David observó que la cocina estaba bastante ordenada a diferencia de la salita de estar. Cuando había entrado en el apartamento no había podido evitar fijarse en la gran cantidad de objetos que se amontonaban en pequeñas pilas en las distintas esquinas del pequeño piso. Libros, discos de música e incluso revistas en francés e inglés sobre un sofá que parecía de segunda mano.

- ¿Crees que alguien puede tener claro qué va a hacer en la vida?

El adolescente se dio cuenta de que Andrea lo estaba mirando otra vez fijamente a los ojos. Tenía grandes ojeras, como si no hubiera dormido en días. Su mirada, sin embargo, era profunda, llena de vida y dolor. Permanecieron unos segundos en silencio. Andrea suspiró.

- Yo siempre he tenido grandes sueños de gloria. Demasiado grandes… Pero es tan difícil fijar un rumbo. Cada paso es tremendamente doloroso, es normal que esté asustada…

David escuchaba en silencio. Apenas respirando. Por un momento creyó que la joven iba echarse a llorar. Pero ella simplemente sonrió tristemente. La sonrisa se convirtió rápidamente en una mueca de asco.

- ¿Sabes? Llevo días y días soñando con la mismo pesadilla- Su voz sonó entrecortada, pero sin perder su suavidad característica. David la miró extrañado, con la cabeza levemente inclinada hacia la derecha en un gesto algo infantil. –

Me encuentro en una habitación blanca sin puertas ni techo, mirando hacia arriba se ve un cielo claro, sin nubes. Yo quiero salir, no sé por qué, pero necesito salir y la única forma de escapar es escalando las paredes. De éstas cuelgan cuerdas. Es muy extraño, hay cuerdas de todo tipo, unas más gruesas que otras, con y sin nudos. Entonces yo intento trepar pero no puedo, simplemente no puedo. Entonces alguien parece intentar ayudarme impulsándome hacia arriba. Trato de mirar quien es pero sólo veo siluetas y sombras. Sonará extraño, pero creo recordar que entonces sabía quiénes eran…

David escuchaba atento, con el ceño fruncido.

- El caso es que, poco a poco, voy subiendo, cambiando de cuerda si es necesario. Pero, a medida que subo, el cielo oscurece, y la pared parece alargarse. Yo intento seguir pero estoy tan cansada...

Andrea pausa unos segundos y se lleva la copa a los labios.

- Entonces el cielo enrojece terriblemente y empieza a hacer mucho calor. Parece el infierno. Pero ya es muy tarde, no puedo volver, pero tampoco puedo seguir subiendo. En ese momento sólo quiero rendirme, dejarme caer para que todo acabe de una vez…

David se dio cuenta de que estaba conteniendo la respiración. Sentía como una oleada de calor y cansancio recorría su cuerpo. Su mano izquierda temblaba ligeramente.

- ¿Qué pasó al final?

- No sé por qué demonios te he contado esto. – dijo mientras se levantaba y salía de la cocina para volver con un cigarrillo y una copa en las manos.

- ¿Qué pasó?- insistió el adolescente.

Ella clavó sus pupilas en los ojos del muchacho.

- No lo sé, me desperté antes.

El chico cerró los ojos respiró profundamente.

- Quizás siempre necesitaste a tu padre…

Andrea no respondió. David abrió la boca para decir algo más pero ella lo interrumpió.
- Cállate, por favor. Dices demasiadas gilipolleces.



LMM

Poemario 2010


Introducción a la manumisión apócrifa

¡Caminad, almas triviales!
Nosotros, los de lenguas amoratadas,
seguiremos gritando.

¡Sangrad por las ideas ajenas!
Nosotros escribiremos una canción
en vuestro nombre.

¡Llorad, cadáveres de barro!
Nosotros tallaremos en mármol
vuestros rostros sin rima.

¡Huid, cobardes, sin miedo!
Nosotros os arroparemos
en un manto de gloria.

Porque nosotros fuimos vosotros,
y vosotros fuisteis nosotros.
Todos y ninguno. Ceniza mezclada con fango.


La pesadilla del iluso

Apago la luz y me vuelvo escritor.
Camino en un mundo borroso
donde la gente observa el negro bajo mis pupilas.
Tardo en darme cuenta de que estoy corriendo,
ahora con metal diáfano en la mano.
El sonido del hierro al fundirse fundiéndose con un grito.
No reconozco mi voz.
La tierra tiembla y dejo de correr.
Sé lo que me espera tras la esquina
pero mi cuerpo se mueve por su cuenta.
Antes de que la sangre cubra mis ojos
otra luz, más natural, me ciega.
Agua de piel en mi piel, un sueño muerto.
Mis ojos siguen mudos en la pared vacía.
Estoy cansado.


La decadencia


Le hablas otra vez a mi corazón muerto.
No hay respuesta.
Mientras te enojas mi cuerpo se desvanece en
el mismo viejo sofá.

Te puedo ver a lo lejos, llorando.
Me cubro los ojos con la mano izquierda,
mi derecha, inmóvil, ahogada en lúpulo.
Te estoy perdiendo.


El abandono en dos movimientos

I.

Tres gotas de sangre dibujan tres palabras.
La carta sigue en el alféizar,
mis ojos en el cielo.
Te odio.
Hoy la gente camina sobre gris pálido y,
en el mar de calor,
el reflejo de dos miradas que se besan.
Pero mi ceguera sigue fija en el cielo.
Te odio.
Sé que si me volviera ya no podría leer las tres palabras.
Como las lágrimas, se secan y desaparece su trazo.
Aunque pudiera, su dolor no me abandonaría.
Hoy no hay nubes, ni café.
El sol, a su lado la luna, luego mi sombra...
Te odio. Joder, cómo te odio.

II.

Estoy putrefacto,
lleno de sueños blancos.
El sudor de mis manos borra la tinta
mientras un soplo de aire terriblemente frio
arrastra consigo las cenizas.
Temblando,
mi mirada sigue en el cielo.


La soledad en Re menor

Es uno de esos momentos,
las voces no callan.
Cerveza, tabaco y cerveza.
Agria melodía en el bar.
Un hombre viejo se sienta a mi lado,
llora.
Ya hay cien risas y dos llantos.
Vuelve a sonar la misma canción
sobre la barra.
El viejo se agarra el pecho con fuerza,
al fin y al cabo,
duele mucho más en multitudes.
Cerveza, tabaco y cerveza.
Sin darme cuenta
he comenzado a tararear.
Otra noche avanza lentamente,
siempre en re menor.


La añoranza

Gloria,
hagamos el amor en un lecho de espinas.
Estoy harto de esperar, de lamerme las heridas
como un perro apaleado.
Me has abandonado
como el viejo que envejece su memoria.
Escúchame, gloriosa gloria,
te lo suplico.

Vuelve,
retorna a mis brazos como una púrpura balada.
Mi alma lastrada
por un dolor tan violento,
que llega el momento
de sucumbir a la manada.

Sálvame, oh gloria.
Déjame beber de tu ubre,
sácame del azufre,
mi fiel infierno.

Gloria, me ahogo en la ficción.
Me estoy hundiendo en la miseria, muerto el corazón.

 
LMM

viernes, 16 de abril de 2010

Poesias Concurso 2010

I Olvido

Estás cerca,
te noto distante;
tu mirada perdida
mi amor desbocado
tu sonrisa afligida
mi corazón herido
tu llanto en mis mejillas
tu puñal en mi vientre
tu aliento en mi nuca;
mi amor en tu olvido.

II Serafín

Tal vez me enamoré de tu sonrisa,
de tus besos cálidos,
de tus suaves manos.
Me quedé prendado
de tus ojos claros,
tu rostro de serafín.

III Razón

Devuélveme mi corazón,
ya no te pertenece,
lo quiero intacto;
sin los arañazos
de la locura
en la cordura
de la razón.

IV Olvidar

Nacer me hizo ser animal
ser animal me hizo crecer
crecer me hizo razonar
razonar me hizo ser humano
ser humano me hizo amar
amar me hizo enfermar
enfermar me hizo pensar
pensar me hizo ansiar
ansiar me dio sabiduría
sabiduría fue mi cárcel
mi cárcel fue mi paraíso
mi paraíso me hizo soñar
soñar me dio libertad
libertad me hizo su esclavo
esclavo morí
morir me hizo olvidar.

V Solo

La gente me pregunta
por qué te quiero tanto
si tú no me correspondes
y no se responderles.
Te amo locamente
ellos dicen que deliro
ya que tu amor es dilacerante.
Es una sensación profunda,
emergida de los abismos
de la locura
de un corazón roto y descompuesto
que fluctúa en una corriente eterna
de ritmo apagado,
casi insonoro,
confundo mis latidos
con los de la muchedumbre
y me da miedo perderme;
caminar y vagar sin rumbo fijo
como un navío extraviado
como una rosa en el invierno:
solo.

Heartless; Albert Soler

jueves, 15 de abril de 2010

Secuoya


¿Recuerdas aquella luz arbórea sobre el café,

cuando lidiábamos diariamente con
los ásperos rizos del camino?
Juntos, los dos solos.

¿Has olvidado esos momentos fugaces,
un simple otoño para una secuoya solitaria,
cuando me dejabas guardar tu mano entre mis manos,
como si fueran un cofre esmeralda
y tu mano una paloma herida pidiendo protección?

Juntos, los dos solos.
Tus manos siguen igual de frías hoy.
Las siento a lo lejos, libres.

    ...................................

Hosco paisaje de hierbas quemadas,
triste y silencioso,
en cuyo centro se alza el cadáver de una secuoya.
Seca, olvidada, vacía.

 
LMM

lunes, 12 de abril de 2010

Shakespeare

Hath not a Jew eyes? Hath not a Jew hands, organs,
dimensions, senses, affections, passions; fed with
the same food, hurt with the same weapons, subject
to the same diseases, heal'd by the same means,
warm'd and cool'd by the same winter and summer
as a Christian is? If you prick us, do we not bleed?
If you tickle us, do we not laugh? If you poison us,
do we not die? And if you wrong us, shall we not revenge?
If we are like you in the rest, we will resemble you in that.
If a Jew wrong a Christian, what is his humility?
Revenge. If a Christian wrong a Jew, what should his
sufferance be by Christian example? Why, revenge.
The villainy you teach me, I will execute,
and it shall go hard but I will better the instruction.



(Act III, scene I) The Merchant of Venice

domingo, 11 de abril de 2010

Música Azul V.

Recuerdos susurrándome despacio.
Una mañana de cristal frente a los crisantemos.
El agua fluye fría pero limpia,

¿Cuánto tiempo ha pasado?
Inventemos una melodía
con el sonido de dos copas al chocar,
en tu memoria.

Cling-clang

¿Qué es la música azul?

Cling-clang

¿Te acuerdas de aquel sueño?
Aquel de los lirios.

Cling-Clang

Duerme con tranquilidad,
mañana volveré.
Y llegará algún día nuestro rencuentro.
Es una cita a la que no se puede llegar tarde,
espérame.


LMM

Música Azul IV.

Al fin y al cabo la vida es algo efímero.
Lo último que nos queda,
un pulmón negro,
un corazón seco
y un alma aún más oscura
envuelta en hojas de tabaco.

Todo se va tiñendo del mismo color…
Basta con pisar una sola vez.
Cuando corras, si miras atrás,
verás todas las pisadas que has ido dejando,
y las que dejaron otros.

Se cruzan nuestras huellas
dibujando un puñal.
La sangre debía de ser azul,
porque ahora la música es gris,
como el mar en una tormenta,
como el cielo en una tormenta.
Nos ahogamos.

 
LMM

Música Azul III.

Desnuda, llega a la orilla.
Se escucha por última vez su suspiro,
me alejo.

Erigen una estatua de bronce,
su figura, su cara, su nombre…
Pero ha muerto.

Nadie se detiene a contemplarla.
Ni siquiera yo me atrevo.
Me siento de espaldas
con un café frío y salado.
Un perro se acerca, me mira, me observa.
Sus ojos negros y mis ojos muertos se cruzan.

Enmudece la música azul.

 
LMM

Música Azul II.

No hace mucho que te vi nacer
en forma de cuerpo diáfano,
como un cristal sin pulir.

Quiero pedirte perdón.

Te saqué de los puertos idílicos,
de las ideas sublimes de belleza…

Te he obligado a mirar la muerte a los ojos,
te he mostrado la sangre, las lágrimas.

Te he arrastrado al mismo túnel que atravieso.
Apenas luz, apenas aliento.

Y todavía sin respuesta al por qué.
Sentir para escribir, escribir para sentir.
Pero no quiero que mueras.
Eres la única que comparte mi dolor.
Siento no poder alimentarte de otra forma,
de otro sentimiento que la amargura.

Poesía, quédate conmigo.
Conviértete en mi música azul.

 
LMM

Música Azul I.

Entras sin pararte a escuchar la música azul,
tengo que confesarte que no puedo gritar más.
¿Alguna vez la sentiste susurrándote?
Quizás ya te pertenece tanto que no la percibes,
o simplemente la ignoras, te es indiferente
que un alma se desangre.

Te sientas junto a mí, como siempre,
Pero la distancia aumenta cuando la carne contacta.
Yo sigo desafinando un sueño, cada vez más difuminado,
me niego a desaparecer.
Pero me hundo en el sillón cuya profundidad me ciega,
“¿Estás ahí?” Pregunto en voz alta, desesperado.
No puedo evitar mirar alrededor.
Una habitación sin esquinas, vacía.

No sé si te has ido.
Ni siquiera sé si alguna vez estuviste.

 
LMM

martes, 30 de marzo de 2010

Old Times

Como en los viejos tiempos. Una costa embravecida y un tiempo terrible, pero me agrada. Comer mucho y andar mucho mientras tu padre te presta cientos de ideas (a cada cual más ridícula, he de decir) para relatos, poemas, novelas, guiones... Una locura. El viento amaina. He estado leyendo en los últimos días a Rimbaud. Me compré una antología suya con una interesante introducción y una penosa traducción. Pero es Rimbaud. "Merde a Dieu!" y ya oigo los sonidos del París del siglo XIX. Aquí dentro hace calor. Un amigo me ha pedido que escriba un guión para un corto. Creo que lo intentaré, parece interesante. Ha empezado a llover suevamente, nada extraño. Todo sigue igual...

No puedo evitar la tentación de incluir una de las más estrambóticas y extravagantes introducciones que he podido escuchar en boca de mi padre. Según él, es el comienzo perfecto para una historia de amor con final feliz... ¡qué poco me conoce!

La conocí en un locutorio para inmigrantes. Al principio creí que me estaba haciendo morritospero aquella era su pose natural centro-africana...

Ustedes opinen...

LMM

domingo, 14 de marzo de 2010

Entremeses

Este mes de marzo parece a una escena teatral. Las filas del patio de butacas; sin embargo, no están inundadas de gente, de un público con ganas de ver, sino de un aguacero invernal que hoy da un respiro. El 5 de marzo al fin conocimos al padre de la criatura. Diego Hurtado de Mendoza había quedado desterrado como autor de la gran picaresca, pero siglos después se ha hecho justicia. La noticia no conmovió demasiado el panorama, el ensayo de la autora que salvó la memoria del caballero no ha sido mencionado. Es del tipo de libros que sólo leen los interesados en la materia. El telón cae sin demasiada emoción, el estadio del equipo galáctico se ha llevado todo el nervio hispánico.

Las cortinas rojas se levantan con un crespón negro. El 12 de marzo, las letras españolas lloraban la pérdida del asiento e minúscula. Valladolid fue la cuna y sepultura del maestro de periodistas y del genio castellano, de aquella última voz que aún llamaba a su tierra Castilla la Vieja.

Una publicación de una revista cultural consigue con cierto entusiasmo levantar una de las esquinas de los paños. Cuentan los expertos que como Quevedo no publicó su obra en vida, muchas de las obras atribuidas a él no pueden ser ni negadas ni aceptadas. Las últimas tienen que ver con los legajos del Manuscrito de Évora (Portugal).

Cerrada ya la sala, el poco público asistente sabe que tiene que escurrirse las ropas. Las infraestructuras tienen otros cometidos, para la cultura ya hay demasiados santuarios. Mientras van dejando el rastro por la ciudad, se preguntan si el agua cayó del cielo o se les fue escurriendo por las mejillas.

A.H.M

domingo, 21 de febrero de 2010

La máscara se rompe


La prueba de que Dios existe está en las personas. En su egoísmo, su desidia, su ignorancia, su idiosincrasia, su odio. Si Dios es amor, se alimenta de odio. Creo que las risas forzadas le hacen daño, por eso nos duele a nosotros. Dios no comete errores...

domingo, 14 de febrero de 2010

Once, there was a grey city...


Está anocheciendo pero me da igual, necesito respirar. Desde el primer momento sé donde me llevarán mis pasos, es inevitable. Las calles de esta ciudad son tremendamente grises. Cuando llego al parque ella ya está allí, sentada en uno de los bancos. No he pisado este lugar en años. Está fumando, su mirada perdida en las nubes de tormenta. Viste el mismo abrigo azul marino que llevaba siempre. Su rostro ha cambiado mucho, ha envejecido. Supongo que yo también pero no me atrevo a mirarme al espejo. No repara en mí hasta que me siento a su lado, sus ojos se vuelven más oscuros.
- Eres un hijo de puta.
No sé responder. Alrededor se escuchan los sonidos agonizantes de la ciudad. A ella le tiemblan las manos, es un día frío.
- No sabía que fumabas.
Mi voz suena ronca. Poco a poco vuelvo a sentir el cansancio. Necesito más café. Ella no parece haberme escuchado, sigue inmóvil dejando que el cigarrillo se consuma en su mano izquierda. Ahora mismo soy incapaz de mirarla a la cara.
- ¿Cómo está mamá?- pregunto en un susurro.
Se lleva el cigarrillo a los labios.
- Eres un hijo de puta.
Intenta entonces disimular sus sollozos. No estoy seguro de cuánto tiempo pasamos así, yo en silencio y ella llorando.
- ¿Por qué no dijiste nada? Tú lo sabías. Sabías perfectamente lo que estaba haciendo papá y no hiciste nada por evitarlo.
Siento su mirada acusadora taladrándome el cráneo. Mis ojos siguen fijos en el suelo.
- Mamá me hizo jurar que no diría nada. Tenía sólo trece años, joder, tenía miedo.
- ¿Por eso saliste huyendo en cuanto pudiste? ¡Cobarde!
Está levantando la voz. Cada palabra parece quebrarse en algún punto de su garganta. Y con cada sílaba el pasado nos envuelve en un manto de recuerdos. ¿Fue ayer cuando escapé de casa? No estoy seguro.
- No aguanté la presión. Y luego, cuando murió papá, fui incapaz de volver.
- ¿Y por qué has vuelto ahora?
Tardo en responder.
- No lo sé
Ha empezado a llover. A ninguno de los dos nos importa.
- Yo la encontré, ¿sabes? Muriéndose, desangrándose en la bañera. ¿te acuerdas de lo guapa que era? Ahora no es más que un saco de mierda. Una vieja débil y gorda que se quiere morir. ¿Cómo puedes volver sabiendo que parte de esto ha ocurrido por tu culpa?
Me odia. Cierro los ojos mientras siento como me hundo en un océano de aguas oscuras. Si pudiera volver al pasado… Me odio. Lágrimas acompañan a las gotas de lluvia que surcan mi rostro.


Abro los ojos. Ella ya no está. Me levanto y camino sin rumbo entre los charcos mientras las heridas de mi alma tratan en vano de cicatrizarse. Ya he olvidado su voz, pero sus palabras siempre permanecerán grabadas en mi memoria. Volvemos a ser dos extraños en una gran ciudad gris.
Ya es completamente de noche. Las nubes esconden la luna y las estrellas. Estoy perdido.

.......................................................................................
Me despierta la radio del vecino de enfrente. No recuerdo como llegué hasta mi cama, ni cuando me quedé dormido. Sigo con la misma ropa empapada de ayer. Tengo ganas de vomitar. Me siento sobre la cama y me dedico durante unos minutos a escuchar el latido de mi corazón. Finalmente, me decido a alcanzar el teléfono y marco el número que lleva en mi cabeza los últimos días. Responde una señora con acento de Europa del este. Luego silencio. Mientras espero busco tabaco en mi chaqueta. No encuentro nada. Finalmente una voz débil contesta algo incomprensible. Estoy muy mareado, intento en vano controlar mi respiración.
- ¿Mamá?... soy yo.


LMM

viernes, 29 de enero de 2010

Los peces huérfanos


Con 91 años uno ya llega, como decía el poeta de lo muros de su patria, de la carrera de la edad cansados. Murió y deja huérfanos a esos peces plátano de los que uno nunca oye hablar hasta que él te lo cuenta, o contaba. Para muchos era un genio de las letras y otros no podían soportarlo. Es lo que tienen esas mentes locas, o se les perdona o se les aborrece. Ahora lo honrarán y con el duelo vendrán las palabras hinchadas. Habrá Salinger para rato, pero yo les aconsejo eso que dice el refranero: que Dios te libre del día de las alabanzas.

A.H.M.

jueves, 28 de enero de 2010

D.E.P (Descanse En Paz)


Muerte, ¿qué es la muerte?
¿Un vacío, rellenado por la nostalgia y el recuerdo?
No se, se me antoja más complejo, aunque es algo inherente a la vida. No podemos olvidarnos de aquel que en vida conocimos y en la muerte olvidaremos. Tal vez, ese sea un miedo a la muerte, algo completamente estúpido y humano; miedo al olvido, a no ser recordados nunca por nadie más. Haber existido sin dejar traza o huella alguna, haber sido el mismísimo fantasma. Mas, todos habitamos en los corazones de las demás personas que te quieren, claro está, si tienes suerte.
Al final, polvo al polvo, y por no herirnos, guardamos los recuerdos de los fallecidos en el fondo de nuestra memoria, encerrado bajo llave; llave llamada nostalgia y sufrimiento. Pero, no sería mejor recordar las grandes acciones que hicieron en vida; ya que si no enterramos ese recuerdo, los muertos seguirían existiendo, en forma benevolente, el los cerebros de sus seres queridos.
De todas formas, me pregunto, ¿alguien podría desear la muerte a otra persona; acaso hay acto que justifique el homicidio?
Tal vez, pero seguimos siendo humanos, animales, el sentido de la supervivencia es innato en nuestros genes.
Morir sin perecer es presencia eterna. Lao Tse

R.I.P Salinger

El misterioso escritor falleció este miércoles por la noche a los 91 años. El hombre que concibió El guardián entre el centeno (The catcher in the rye), una polémica novela que no deja indiferente a nadie y que aún hoy en día sigue vendiendo miles de ejemplares, deja tras de sí una estela de enigmas. Dejó de publicar en los 60 y se dispuso a vivir recluido alejado del resto del mundo. Un maestro de las letras, sus textos, de gran complejidad pasarán a la historia, junto con una vida que nadie podrá comprender.  En definitiva, ha muerto un hombre del que poco sabemos (reclusión, locura, numerosas obras sin publicar), aunque el legado que ha dejado, tanto en el ámbito de la novela como en el del relato corto, nunca será olvidado.

R.I.P. Salinger (9 cuentos, Franny y Zooey, Levantad, carpinteros, la viga del tejado, Seymour: una introducción y el grandioso El guardián entre el centeno)


lunes, 25 de enero de 2010

Sobre el humano

¿Qué sientes tú entonces? No dejas de mirar sus ojos muertos, ¿es arrepentimiento? No, sigue latente el odio, las quemaduras, la sangre. Entonces comienzas a reir. Como una sonata desafinada que se entremezcla con todas las palabras que te dijo antes y después de saber que iba a morir. Pero no es alegría tampoco... Y es curioso, ¿no? Llora, patalea, se rinde, grita, forcejea, te insulta. ¿Para qué? La vida es sólo eso, y tú lo acabas de demostrar ¿Y ahora te duele? ¡Qué irónico! No lo puedo creer... ¿por qué este cambio? Ja! Das pena. Tu risa se torna en llanto... Por un momento pensé que serías diferente.

LMM

jueves, 21 de enero de 2010

Cadalso - Mirrors

Cuando te sientes a llorar
frente a la puerta, a la cual
el eco de tus pasos fue a llamar.

Cuando, como perro vencido
y apaleado, por no reflejarse
su mirada en un charco
(no un charco de cualquiera,
un lago de sueños rotos)
tus palabras ya no hablen...

When I write,
like when I bleed,
linking words
and linking dreams...

then, it hurts to see
the reflection of the person
that I once thought to be me.

And yet it vanishes in the fog,
of my brains, of my greed,
never knowing whether it is an illusion,
or just the echo of my screams


LMM

lunes, 18 de enero de 2010

Soledad en re menor


Es uno de esos momentos,
las voces no callan.
Cerveza, tabaco y cerveza.
Agria melodía en el bar.
Un hombre viejo se sienta a mi lado,
llora.
Ya hay cien risas y dos llantos.
Vuelve a sonar la misma canción
sobre la barra.
El viejo se agarra el pecho con fuerza,
al fin y al cabo,
duele mucho más en multitudes.
Cerveza, tabaco y cerveza.
Sin darme cuenta
he comenzado a tararear.
Otra noche avanza lentamente,
siempre en re menor.


LMM