domingo, 11 de octubre de 2009

Sinfonía de Osaka: Coda (Parte 5)


Gabriel había pasado la mañana intentando escribir un poema sin éxito. Angustiado, había roto el espejo del lavabo. Con la mano ensangrentada y maldiciendo, respondió a la llamada de Sara. Tras rechazarla sintió la necesidad inaguantable de fumar. Sólo le quedaban dos cigarrillos, uno era el que le había dado Miquel. Según le contó días después a su hermano, tardó varios minutos en decidirse. Finalmente, escogió la marca de siempre y se marchó a un hospital. La mano le estaba empezando a doler.
Gabriel conseguiría terminar el poema unos días después y el primero en leerlo fue, por supuesto, su hermano. No le gustó.
LMM

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